Había un hombre que había hecho siete máscaras y las usaba permanentemente. Un día, entraron ladrones a su casa y las robaron. El hombre, desesperado, comenzó a seguir a los ladrones gritando " - ¡Ladrones! ¡Ladrones! ¡Devolvedme mis máscaras, no os las llevéis!"
Los ladrones corrían y corrían y el hombre los seguía por toda la ciudad. En un determinado momento, los delicuentes empezaron a trepar por un edificio y el hombre levantó su rostro para verlos. Por primera vez, los rayos del sol dieron en su cara y, entonces, por primera vez, sintió el calor del sol.
En ese momento, ese hombre que hasta hacía unos instantes, lloraba por sus máscaras, comenzó a gritar:
- ¡Ladrones, benditos ladrones que me han robado mis máscaras!
El destino nos disfraza de obstáculo, aquello que a la larga va a ser nuestro mayor beneficio. Lo importante es la actitud con la que te dispones a descubrirlo.
¿Qué máscaras te quieres quitar este carnaval?
Si no he perdido la memoria esas son las máscaras del Carnaval de Venecia. Saludos
ResponderEliminarHola Fausto!
EliminarGracias por tu comentario.
Así es. Buen observador.
Un saludo!
Genial cuento y metáfora, y mas teniendo en cuenta lo importante que es, en el Desarrollo Personal, identificar nuestras mascaras (personalidad/ego) para saber que esa estrategia infructuosa para conseguir aprobación, amor, etc mientras las llevamos puestas... pocos frutos sanos dará, pues no es nuestra verdadera esencia, ni nuestra verdadera cara.
ResponderEliminarAbrazos sin mascaras, ZiberSanti.
Así es, Lucía! Muchas gracias por tu visita y por tu comentario. Lo importante es aprender qué máscaras llevamos, cuales necesitamos y cómo quitarnos las máscaras que no nos aportan nada, en un momento determinado.
EliminarOtro Abrazo sin máscaras, guapa!